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Aquí, tan lejos de las musas

Sólo yo,
que conozco la fragilidad de este espíritu,
puedo sorprenderme
de haber llegado hasta aquí.

Largos caminos anduve
-desolados, yermos-
e injustos duelos arrostré
allá, en el ignorado margen del libro diario,
donde la victoria no tiene relevancia.
No en vano,
nada de lo que hice fue heroico
-en todo caso, instintivo-
y mis únicas medallas
me las concedió la luna,
cada noche que me ciñó la cabeza
con la irisada plata de su laureles.

Sin embargo,
sólo yo,
que conozco la blandura oculta bajo esta coraza,
puedo sorprenderme
de haber llegado hasta aquí.

En este inhóspito páramo
habitado por solícitas sirenas
deambulo con la boca llena de lamento,
pues no existe suficiente dulzura en su ambrosía,
ni bastante belleza en su canto embriagador
para mitigar el dolor
de estas pequeñas y hondas cicatrices.
Así que guardaos
el rosa desvaído de vuestro mundo perfecto
y reservad vuestros agasajos
para navegantes más agradecidos,
pues yo no hallo excusas en ellos
para demorar mi regreso a Ítaca.
Afino la vista
y en la orilla opuesta diviso un sendero.
Bajo esta pálida luz
no adivino su naturaleza.
Quizá me conduzca a tierras generosas,
o quizá no sea más que la continuidad
del baldío camino que atrás ha quedado.

Por eso,
sólo yo,
que sé cuán quebradizas son estas defensas,
puedo sorprenderme
de haber llegado hasta aquí,
tan lejos del maternal amparo de las Musas.

Imagen creada con IA ©
Escrito entre el 20 de octubre y el 6 de noviembre de 2006

Comentarios

  1. Te ha quedado muy bien, Auxi. A veces lo que mas nos cuesta hacer, porque no nos gusta, o porque resulta dificil, al final es lo que mejor queda :D

    ResponderEliminar
  2. GRacias..por la belleza.....
    Y por el valor de a diario.

    ResponderEliminar
  3. Gracias a ti, Semielfo.

    Siempre es un placer descubrirte leyendo por aquí.

    :-)

    ResponderEliminar

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Te doy la bienvenida a mis mares.
Muchas gracias por verter en ellos tus palabras.

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