Estamos en casa de Nieves, alrededor de la chimenea, compartiendo cuentos de Navidad. Pásate por allí, si quieres conocer más historias.
Mientras la cafetera hacía su trabajo, la anciana abandonó la cocina y los observó en la distancia, secretamente. Allí estaban todos, armando un ruido monumental alrededor del abeto de plástico, parloteando, riendo como niños, montando y desmontando artilugios entre crujientes papeles de colores. La anciana sonrió. Sus Majestades habían sido generosos con ella un invierno más y le habían dejado bajo el árbol ese regalo que hacía años venía solicitándoles de forma incansable: disfrutar una vez más esos dos breves minutos en los que aguardaba el gorgoteo de la vieja cafetera italiana al tiempo que contemplaba la ufana inocencia que atesoran aquellos que, sin saberlo, aún conservan casi intacta la magia de la vida.
Mientras la cafetera hacía su trabajo, la anciana abandonó la cocina y los observó en la distancia, secretamente. Allí estaban todos, armando un ruido monumental alrededor del abeto de plástico, parloteando, riendo como niños, montando y desmontando artilugios entre crujientes papeles de colores. La anciana sonrió. Sus Majestades habían sido generosos con ella un invierno más y le habían dejado bajo el árbol ese regalo que hacía años venía solicitándoles de forma incansable: disfrutar una vez más esos dos breves minutos en los que aguardaba el gorgoteo de la vieja cafetera italiana al tiempo que contemplaba la ufana inocencia que atesoran aquellos que, sin saberlo, aún conservan casi intacta la magia de la vida.
Imagen creada con IA © |
Un magnífico deseo para pedir y sencillo de satisfacer para los que tienen en su mano el correr del tiempo.
ResponderEliminarEsos minutos son el mejor regalo...
ResponderEliminarUn beso y felices fiestas!!
Qué valiosos dos minutos. A veces parecen no valer nada, en la implacable fuga de tiempo, pero sin duda, hay cosas que se miden en detalles, en pequeñeces que valen todo un sentimiento.
ResponderEliminarUna vez más te has lucido! La pintura además, es preciosa!
Muchas felicidades Auxi! Un beso!
Gaby*
Maravillosos dos minutos durante los cuales la anciana contempla hecho realidad, el espiritu navideño encarnado en la unión de esas personas a las que quiere, alrededor de un humilde árbol de plástico, con la ilusión reflejada en los ojos.
ResponderEliminarMe ha gustado ese cortísimo espacio de tiempo que nos describes.
Un fuerte abrazo.
Bellisima historia, Auxi...y bellamente ilustrada, además!
ResponderEliminarGracias por este lindo regalo.
Un abrazo
¡Qué disfrute ser tan rico como para poder regalar esa magia...!!!! Quien escribe, quien pinta, quien cocina, quien crea algo para otros, es millonario!!!
ResponderEliminarbesos y un buen 2014
Hola Auxi: esa cosa tan sencilla que pides, es lo más importante de la Navidad. Ver a toda la familia en una sobremesa jugando, comiendo, dando gritos y verlos después de comer, vencidos por la modorra. No se consigue siempre, pero el dia que se juntan todos, es una gozada para la madre la abuela y el Espíritu Santo. Lo sé por experiencia. Saludos navideños, que són mas tiernos y mas generosos.
ResponderEliminarNo se puede pedir más cuando se llega a una avanzada edad, disfrutar un poquito más de tus seres queridos. Bonito relato!
ResponderEliminarUn beso
Ni más, ni menos... El mejor de los regalos, envuelto con la presencia de los que amas.
ResponderEliminarMuy ilustrativo y entrañable.
Besos
Qué bonito! Ellos no saben cual es el deseo que pide su abuela todos años y que siempre se lo conceden: tomar un café con toda su familia. Bonita historia y muy narrada.
ResponderEliminarun abrazo y feliz 2014
El relato es muy bonito, la lástima que ese momento dure solo esos dos minutos, ojalá pudiera disfrutar más de quienes mantienen la ufana inocencia y (¿por ello?) la magia de la vida (buenísimo ese final).
ResponderEliminarBesos y muy feliz año.