Este jueves, nuestro Demiurgo particular nos invita a Hurlingham para encontrarnos con su heroína Mara Laira...
En el hilo musical del pub sonó algo de Andrés Calamaro. Apoyada en el mostrador, Mara Laira esbozó una leve sonrisa, haciendo girar los cubitos de hielo dentro del vaso al tiempo que desparramaba la mirada a su alrededor, como si buscara a alguien. Sorprendió así, a otro lado de la barra, a un tipo elegante y espigado; no era especialmente guapo, sin embargo, tarareaba con soltura la letra de la canción que invadía el local, lo cual era un don nada despreciable.
Quizá pellizcado por la poderosa contemplación de Mara Laira, el hombre levantó la vista de su Martini, haciendo que sus químicas colisionaran en la distancia. Muchos de los parroquianos fueron testigos del evento; no en vano, algunos llegaron a atestiguar la presencia de chispas allá donde se produjo la intersección de sendas miradas. Sobrecogidos por la pesadez del aire, todos los presentes contuvieron la respiración; todos, salvo uno: el camarero que, en contra de todo pronóstico, fue el único incauto de todo el local capaz de abortar la incipiente reacción en cadena con un vulgar 'Disculpe, señorita. Un caballero gravemente herido reclama su presencia en la entrada'.
Aun sin perder la compostura, Mara Laira abandonó su taburete con fastidio, maldiciendo la manía de Mr. Deadly de solicitar su atención en los momentos más inoportunos.
En el hilo musical del pub sonó algo de Andrés Calamaro. Apoyada en el mostrador, Mara Laira esbozó una leve sonrisa, haciendo girar los cubitos de hielo dentro del vaso al tiempo que desparramaba la mirada a su alrededor, como si buscara a alguien. Sorprendió así, a otro lado de la barra, a un tipo elegante y espigado; no era especialmente guapo, sin embargo, tarareaba con soltura la letra de la canción que invadía el local, lo cual era un don nada despreciable.
Quizá pellizcado por la poderosa contemplación de Mara Laira, el hombre levantó la vista de su Martini, haciendo que sus químicas colisionaran en la distancia. Muchos de los parroquianos fueron testigos del evento; no en vano, algunos llegaron a atestiguar la presencia de chispas allá donde se produjo la intersección de sendas miradas. Sobrecogidos por la pesadez del aire, todos los presentes contuvieron la respiración; todos, salvo uno: el camarero que, en contra de todo pronóstico, fue el único incauto de todo el local capaz de abortar la incipiente reacción en cadena con un vulgar 'Disculpe, señorita. Un caballero gravemente herido reclama su presencia en la entrada'.
Aun sin perder la compostura, Mara Laira abandonó su taburete con fastidio, maldiciendo la manía de Mr. Deadly de solicitar su atención en los momentos más inoportunos.
La vida social de Mara es más amplia de lo que yo imaginaba pensaba.
ResponderEliminarUn encuentro en un pub con música de Calamaro. Justo entonces aparece Mr. Deadly, que a veces le falta sutileza para aparecer. Pero seguro que Mara lo ayudará.
Sobre todo un gran final Auxi.... ¡muchos saludos!!!
ResponderEliminarBueno,supongo que no soporta que se fije en otro,y es que los celos son tan malos...
ResponderEliminarUn abrazo
Fue un placer leer tu buen relato. Pobre hombre!
ResponderEliminarY pero, no debemos olvidar aquella frase que dice: el que persevera alcanza. Funcionará para Mr. Deadly algún día?
Saludos
Creaste un clima tal, que hasta a mi me dio fastidio este Mr. Deadly, irrumpiendo en momento tan inoportuno. Espero que la ocasión solo se haya visto aplazada, y tanto chispazo de miradas no haya sido en vano.
ResponderEliminarSiempre tan gratos de leer tus relatos.
Besos!
Gaby*
Auxi, coincidimos en ubicar a Mara Laira en un centro nocturno, bebiendo un trago, solo que en mi caso zafó de las inoportunas manías de Mr. Deadly jaja!
ResponderEliminarMe imagino el hombre como habrá quedado de plantón con tantas expectativas que había puesto en ella.
Muy divertido el final.
Me gustó también la imagen con la que acompañas el relato.
Un beso!
Jajajajaj, cada aparición de Deadly me resulta brillante. Y en el cuento de Mara, mejor.
ResponderEliminarBesos
Después de tanto trabajo para crear el escenario y el momento perfecto llega Deadly y lo estropea todo, inoportuno él!
ResponderEliminarBuen punto final.
Un abrazo.
Has sacado partido de los contrastes, por una parte la chispa entre las miradas y luego para equilibrar la situación el gesto inoportuno de Mr. Deadly sacándola de ese ensimismamiento.
ResponderEliminarUn beso
Ni siquiera una Diva del Cómic, se libra de los inoportunos de turno.
ResponderEliminarEnvolvente espacio escénico y muy gráficas las atracciones espontáneas.
Besos
Ah, jajajaj, qué divertido el final! Muy buena idea y muy bien desarrollada!
ResponderEliminarUn beso y tu cafelito.
Oh, Auxi!!!, patrona de la brevedad profunda y con final sorprendente.
ResponderEliminarUn beso
Gravemente herido, jajaja, que bueno, un final genial, cuando has conseguido dejarnos a todos sin respiración como los del bar por la expectación, nos haces soltar un suspiro en forma de gran carcajada, ingenioso relato, miles de besossssssssssssss
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