En esos extraños momentos en los que me quedo con las manos vacías, no puedo evitar cierta zozobra. No en vano, hay algo, una suerte de inquietud, que se ha instalado en mi vida y que se ha empeñado en succionarme el poco sosiego que respiro para, como un parásito, medrar a mi costa y a costa de mi espacio y de mi tiempo.
Ya sé que he salvado muchos desniveles a lo largo del desordenado terreno que me ha otorgado la vida. Sin embargo, ninguno fue tan amplio como éste, ni tan abrupto, ni tan brumoso.
Ahora el insondable vacío que disecciona el sendero se extiende bajo mi anatomía, que un día se empeñó en salvarlo de un salto. Suspendida en el aire espero la resolución de mi trayectoria, ignorando aún quién acabará sonriéndome al final de toda esta locura: si la suerte o si la implacable fuerza gravitacional.
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Es difícil servir de ayuda desde la lejanía cuando lo que se necesita es un bastón cercano en el que apoyarte.
ResponderEliminarResulta fácil para quien nunca fue fumador, decirte : deja de fumar.
Desde la lejanía se puede pensar que el primer paso para iniciar el regreso, es dar la vuelta y caminar en la dirección contraria al abismo.
Nadie dijo nunca que el camino de la vida fuese fácil, llano, ni accesible a todos sus secretos,
pero podías leer el blog" Shakespeare y yo", para ver como la gente es capaz de salvar las dificultades más duras.
A veces viendo otras vidas aprendemos entonces, nos damos cuenta, que son auténticas dificultades.
Hay que seguir escalando para superar los escollos más difíciles.
Un saludo desde el Bierzo.
Probablemente, querida Vainilla, la misma fuerza gravitacional te lleve hasta la suerte.
ResponderEliminarTe podría contar eso que dicen de que la suerte hay que buscarla para encontrarla, pero, llegada a este punto de la vida, como no me lo creo ni yo ¿para qué decírtelo?
Aunque sí sé una cosa. Mírate las manos... pero míralas bien ¿ves? no están vacías.
Y, sonrisas, hay muchas, algunas hasta buscando quien las vea.
Venga... observa, que tú sabes hacerlo.
Un abrazo grande, niña.
El transcurrír del tiempo siempre acaba siendo juez y parte.De la suerte o el derrotismo...no es fácil decír porque cada quien sabe por que se duele.Pero algunas veces improvisar la vida o la calma tiene sus compensaciones.Nada es eterno, las desventuras, tampoco.
ResponderEliminarUn abrazo largo
Auxi; no puedo o no sé poner aquí las etiquetas o códigos que se necesitan para hacer el texto movible.Si lo deseas ( ya que tampoco eso puedo hacer) escríbeme al correo público de mi blog y te envio las explicaciones, encantada.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Salvochea, Marian, Ana!
ResponderEliminarGracias por esos ánimos. Me vienen muy bien.
En fin, para bien o para mal, la suerte no tiene costumbre de sonreirme cuando pasa junto a mi, así que ya es algo que ni me sorprende ni me traumatiza.
Por ahora aquí sigo, en pleno vuelo, con los brazos extendidos, luchando por asirme al otro lado.
Llamado valentía. Llamadlo instinto de supervivencia. Pero yo siempre hice todo lo posible y siempre luché con denuedo... independientemente de la esquiva suerte...
Un besote para todos.
"Si no creyeramos en la suerte
ResponderEliminarcomo justificaríamos la victoria de nuestro enemigo??"
si los dioses veredaderos te protegen,Auxi,no necesitarás suerte.
Por cierto.Bajate una estrella mientras estés en el aire anda.
Hola, Semielfo! Qué de tiempo que no te veía por estos lares!
ResponderEliminarPor cierto, qué interesante frase. Da que pensar... ¿Qué es la suerte? A lo mejor es sólo un espejismo de nuestra imaginación...
Aprovecharé para coger una estrella. Será una forma fantástica de justificar tanto ajetreo. Puedo engarzarla en el palo mayor y prestársela a los navegantes que necesiten algo de luz...