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Mostrando entradas de abril, 2012

Un camino de rosas...

No es que la vida sea un camino de rosas, sino que es más bien un inmenso rosal que crece bajo nuestros pies descalzos. En él hay tramos en los que las rosas son tan prolíficas que forman una mullida alfombra sobre la que incluso podríamos recostarnos sin miedo a sufrir heridas. Pero también hay tramos en los que, no importa la causa, las espinas se han desarrollado tanto y son tan afiladas y numerosas que jamás podríamos tomar de ella una flor sin lastimarnos en el intento. Imagen creada con IA ©  Escrito el 18 de marzo de 1999

La muerte...

La muerte tiene la facultad de regresarle a las demás cosas la medida real que éstas tienen, es decir, las empequeñecen. Imagen creada con IA © Fecha original: 1 de abril de 1999

Todos tenemos enemigos...

¿Para qué queremos enemigos los bondadosos, si ya nos tenemos a nosotros mismos? Imagen creada con IA ©   Escrito el 11 de mayo de 1999

En el camino...

Vivir es exactamente igual que peregrinar. Así que, vayas donde vayas y elijas el camino que elijas, procúrate siempre buenos compañeros de viaje. Imagen creada con IA ©   Escrito el 1 de diciembre de 2003

La velocidad de la vida

El que vive deprisa, vive equivocado, pues obviará detalles muy hermosos. La vida no hay que vivirla como si la disfrutaras, sino todo lo contrario: como si te doliera. Imagen creada con IA © Escrito el 20 de noviembre de 1999

Granadas

No parece una fruta jugosa; en realidad, ni siquiera despierta el apetito, con ese aspecto acartonado y esa piel lustrosa y recia. Sin embargo, el crujiente acto de abrirla y captar su aroma, ya promete, convertida en una amplia sonrisa sembrada de dientes rojos. Arrancarlos de esa encía blanca y carnosa en la que están engastados es una prueba de paciencias, sólo afrontable en una sobremesa tranquila; si eres de los que miran el reloj mientras almuerzas, es mejor que ni lo intentes... Escarbando con los dedos y el cuchillo, los diminutos granos van cayendo sobre el plato de cerámica blanca; parecen diminutas gemas, blandos cristales en los que sólo el punto blanco de la semilla desdice su color, de un rosa acuoso. Caen casi de uno en uno, con un sonido sordo que se va mitigando a medida que el contenido del plato crece. Al fin, cuando logro vaciar la fruta, tomo el azucarero con las manos ennegrecidas por el trabajo y vierto sobre los frutos una generosa cucharada del granulado edu

Naranjas

Su milagro comenzó a gestarse allá por el mes de abril, cuando el viento de poniente me traía el aroma de sus flores blancas desde los campos y los naranjos amargos se nevaban de azahares, derramando sobre los viandantes esa densa fragancia a Semana Santa. Ahora, aquellas carnosas flores han mutado y su oronda redondez naranja arquea las ramas de estos árboles, siempre recios y generosos, encorvados por su preñez sobre el piso polvoriento del naranjal. La piel, grumosa y fría, cruje al desprenderse. Me hace recordar aquellos días de mi niñez en los que mi padre jugaba al científico haciendo restallar el fósforo contenido en las cáscaras al exprimirlas junto a un cerillo encendido. Sin embargo, mi receta preferida sigue siendo ponerlas en un zumo justamente edulcorado. Diseccionar la fruta con un tajo rotundo y veloz y apreciar su fresco aroma cítrico mientras la exprimo concienzudamente. En tanto, las otras mitades aguardan silenciosas sobre la piedra de la encimera. La incisión

Amor y error...

En el amor, errar no es elegir a la persona equivocada, sino continuar a su lado sabiendo que lo es. Imagen creada con IA © Escrito el 11 de noviembre de 2000