No es que la vida sea un camino de rosas, sino que es más bien un inmenso rosal que crece bajo nuestros pies descalzos. En él hay tramos en los que las rosas son tan prolíficas que forman una mullida alfombra sobre la que incluso podríamos recostarnos sin miedo a sufrir heridas. Pero también hay tramos en los que, no importa la causa, las espinas se han desarrollado tanto y son tan afiladas y numerosas que jamás podríamos tomar de ella una flor sin lastimarnos en el intento. "Una rosa roja" de John William Godward Escrito el 18 de marzo de 1999 Texto con todos los derechos reservados ©
Textos rescatados de las profundidades oceánicas del alma