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Mostrando entradas de octubre, 2008

Desierto

Estoy profundamente cansada. A veces no lo parezco. A veces incluso yo misma, sumida en mi propia inercia, consigo engañarme y olvidar mi crónico agotamiento. Eso es porque hoy recorro a paso lento la fertilidad de la tierra que bajo mis pies se extiende, paladeo con fruición los dátiles, bebo el agua cristalina y fresca de los manantiales y río en sus orillas, dejando que el cascabel de mi risa se confunda con el gorgoteo del agua, puro y abundante como ella. Dejo que la vida me engañe mientras recojo los dones que hallo al alcance de mi mano. No en vano, quiero olvidar que su hospitalidad es sólo un bien pasajero, olvidar que incluso mi felicidad es sólo un espejismo, un juego óptico fruto de la yerma realidad en la que malvivo desde hace años. Sin embargo, hay cosas, cosas casi siempre cotidianas, que me regresan a mi natural estado de tristeza, cosas que me hacen levantar la vista y observar el paisaje que se extiende más allá de las gráciles y generosas palmeras, tras las cua