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Mostrando entradas de noviembre, 2006

Frente al espejo

¿Quién eres? A través del hialino cristal me observas con fijeza, como un viejo conocido en espera de un saludo, mientras que en cambio yo me pregunto con desconcierto dónde demonios te he visto antes. No reconozco la decrepitud de esa mirada, ni la opacidad de esa expresión, momificada en un ceñudo rictus huérfano de sonrisa. Miras al infinito, pero a un infinito hiriente, ensombrecido por el paso del tiempo, por los varapalos, los desaciertos, las decepciones. Sin embargo, a pesar de la dureza de tu semblante, tu fisonomía no deja de parecerme cercana, por lo que no puedo evitar preguntarme quién puedes ser tú que tan familiar me resultas. Imagen creada con IA © Lo escribí el 24 de noviembre de 2006

Aquí, tan lejos de las musas

Sólo yo, que conozco la fragilidad de este espíritu, puedo sorprenderme de haber llegado hasta aquí. Largos caminos anduve -desolados, yermos- e injustos duelos arrostré allá, en el ignorado margen del libro diario, donde la victoria no tiene relevancia. No en vano, nada de lo que hice fue heroico -en todo caso, instintivo- y mis únicas medallas me las concedió la luna, cada noche que me ciñó la cabeza con la irisada plata de su laureles. Sin embargo, sólo yo, que conozco la blandura oculta bajo esta coraza, puedo sorprenderme de haber llegado hasta aquí. En este inhóspito páramo habitado por solícitas sirenas deambulo con la boca llena de lamento, pues no existe suficiente dulzura en su ambrosía, ni bastante belleza en su canto embriagador para mitigar el dolor de estas pequeñas y hondas cicatrices. Así que guardaos el rosa desvaído de vuestro mundo perfecto y reservad vuestros agasajos para navegantes más agradecidos, pues yo no hallo excusas en el