Este jueves, nuestra anfitriona es San, que nos propone acercarnos al pozo de los deseos. Encontraréis más textos allí donde nacimos casualmente.
Eco abrió la boca y extrajo de ella el óbolo. No es que le estorbara para hablar. En realidad, hacía años que no hablaba. Pero era la única moneda que llevaba encima...
Su mirada recorrió una vez más letra a letra el rótulo que coronaba la entrada al cenador, casi deletreándolo: 'pozo de los deseos' rezaba.
- Quizá no debieras usar tu moneda si no para abonar el pasaje a la otra orilla -la sobresaltó una voz que emergió entre las sombras. Sin embargo, superado el primer impacto, Eco se adentró en el recinto con paso firme, desatendiendo la advertencia-. Como tampoco debieras desoír el consejo de una náyade -añadió.
Eco se detuvo en seco y escudriñó la umbrosa vegetación que vallaba el terreno, con la mirada cargada de reproche
- Olvídate de él -le suplicó la ninfa-. Nada bueno sembrarás en mi pozo viniendo tan mal acompañada.
- No deberías ser tan irrespetuosa -protestó Némesis desde la entrada, con la voz seca por el enojo-, no con aquella que ha venido a velar por la justicia.
- Delgada es la línea que separa la justicia de la venganza en las almas tentadas a quedarse varadas eternamente -filosofó la náyade.
Eco, ajena al debate de las diosas, se había asido al brocal del pozo, indagando en su negrura. Sólo podía pensar en Narciso y su arrogancia. ¿Cómo podía despertar un hombre tanto amor y luego tanto aborrecimiento en un mismo lugar? Ojalá algún día el amor que tantas veces había repudiado resquebrajase su duro corazón haciéndole sentir lo mismo que ahora su pobre alma sentía...
La moneda cayó al pozo, chispeando entre las empedradas paredes, despertando la sonrisa de Némesis.
Al cabo de un tiempo, los vivos trajeron noticias sobre Narciso desde su mundo y, algún tiempo después, trajeron con ellos al propio Narciso, herido por la autocomplacencia y el desdén que su hermosa imagen le devolvía a través de los espejos del agua de las fuentes, de los estanques, de los ríos... Con el corazón hecho jirones, Narciso pasó de largo, abonó su pasaje al barquero y continuó su viaje sin reparar en Eco que, presa de su mudez y de su indigencia, quedó varada en el embarcadero, observando como aquel que amaba al tiempo que despreciaba se alejaba de ella.
Hera castigó a la ninfa Eco enmudeciéndola y obligándola a repetir eternamente las palabras de sus interlocutores. En ese estado se prendó de Narciso, que era tan hermoso que podía permitirse el lujo de ridiculizar a los que lo amaron. Para castigarlo, Némesis lo embrujó para que se enamorase de su propia imagen. Tanto Eco como Narciso perecieron por el dolor que les causó el desamor.
Eco abrió la boca y extrajo de ella el óbolo. No es que le estorbara para hablar. En realidad, hacía años que no hablaba. Pero era la única moneda que llevaba encima...
Su mirada recorrió una vez más letra a letra el rótulo que coronaba la entrada al cenador, casi deletreándolo: 'pozo de los deseos' rezaba.
- Quizá no debieras usar tu moneda si no para abonar el pasaje a la otra orilla -la sobresaltó una voz que emergió entre las sombras. Sin embargo, superado el primer impacto, Eco se adentró en el recinto con paso firme, desatendiendo la advertencia-. Como tampoco debieras desoír el consejo de una náyade -añadió.
Eco se detuvo en seco y escudriñó la umbrosa vegetación que vallaba el terreno, con la mirada cargada de reproche
- Olvídate de él -le suplicó la ninfa-. Nada bueno sembrarás en mi pozo viniendo tan mal acompañada.
- No deberías ser tan irrespetuosa -protestó Némesis desde la entrada, con la voz seca por el enojo-, no con aquella que ha venido a velar por la justicia.
- Delgada es la línea que separa la justicia de la venganza en las almas tentadas a quedarse varadas eternamente -filosofó la náyade.
Eco, ajena al debate de las diosas, se había asido al brocal del pozo, indagando en su negrura. Sólo podía pensar en Narciso y su arrogancia. ¿Cómo podía despertar un hombre tanto amor y luego tanto aborrecimiento en un mismo lugar? Ojalá algún día el amor que tantas veces había repudiado resquebrajase su duro corazón haciéndole sentir lo mismo que ahora su pobre alma sentía...
La moneda cayó al pozo, chispeando entre las empedradas paredes, despertando la sonrisa de Némesis.
Al cabo de un tiempo, los vivos trajeron noticias sobre Narciso desde su mundo y, algún tiempo después, trajeron con ellos al propio Narciso, herido por la autocomplacencia y el desdén que su hermosa imagen le devolvía a través de los espejos del agua de las fuentes, de los estanques, de los ríos... Con el corazón hecho jirones, Narciso pasó de largo, abonó su pasaje al barquero y continuó su viaje sin reparar en Eco que, presa de su mudez y de su indigencia, quedó varada en el embarcadero, observando como aquel que amaba al tiempo que despreciaba se alejaba de ella.
Hera castigó a la ninfa Eco enmudeciéndola y obligándola a repetir eternamente las palabras de sus interlocutores. En ese estado se prendó de Narciso, que era tan hermoso que podía permitirse el lujo de ridiculizar a los que lo amaron. Para castigarlo, Némesis lo embrujó para que se enamorase de su propia imagen. Tanto Eco como Narciso perecieron por el dolor que les causó el desamor.
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Imagen creada con IA © |
Me encantó, soy dada a lo mítico, hice una entrada hace tiempo sobre Eco y Narciso.
ResponderEliminarEl óbolo del barquero puede esperar, lo que no tienen tregua son el ansia muda de Eco ni el desdén de Narciso. Muda estoy por un tiempo como Eco (cosas de cuerdas vocales, nada de encantamientos) espero no tener que repetir lo que otros dicen. La belleza a veces es un don maldito y en el hondo pozo del deseo Eco encuentra el eco de su amargura. Agoreras ninfas y diosas, caen en pozo oscuro vuestros avisos porque es dado al ser humano caer en complicados y tercos hechizos.
!Salve!
Querida Auxi, antes que nada quiero decirte que me alegra que hayas vuelto a acompañarnos en nuestros jueves. Resulta ser una grata reunión donde el escribir se torna placer y reto de la mano de un tema propuesto.
ResponderEliminarCon este bello texto, nos haces volar con tu magia hacia aquel mundo idílico de mitológicos amores y venganzas.
Un abrazo!
Un texto muy de acuerdo con el nombre de tu blog. Me he alegrado de conocerte.
ResponderEliminarHola, Natalia. La verdad es que lo mítico es siempre una fuente de inspiración y un jardín inagotable para los amantes de las metáforas.
ResponderEliminarEco y Narciso son una fiel metáfora del amor no correspondido. Eco, cegada por la belleza, incapaz de escucharse a si misma; nunca tendrá suficiente; nunca será feliz. Narciso, lleno de egoismo, es incapaz de amar a nadie más que a si mismo. No hay futuro para ninguno de los dos... La náyade y Némesis son la voz de Eco, que no podemos oír, debatiéndose entre la necesidad de seguir y el deseo de una venganza que no dejaría indemne a ninguno de los dos...
Me encantaría leer tu visión sobre su historia de desamor. La buscaré en tu blog en cuanto tenga un huequito.
Un abrazo grande.
Mi Moni querida. Hablando de mitos, por aquí andan las musas un tanto revueltas gracias a ustedes, que andan alimentándolas por mi cuenta. Para mí es un placer ver con despiertan y recuperan sus ganas de trabajar.
ResponderEliminarReconozco que al principio fue costoso hilar la historia, hasta que Eco apareció... El pozo, el eco, el deseo, el agua, Narciso, la moneda, la muerte... fue como un efecto dominó, como si el relato anduviese escrito ya en algún rincón escondido de mi cabeza.
Si no es por vuestras convocatorias, por la idea de San, por tu anterior relato, que apareció en mi lector al abrirlo, no estaría aquí, escribiendo y leyéndo vuestras ocurrencias, autoalimentándome.
Gracias a todos una vez más. Y que siga la fiesta ;)
Jajaja. Gracias, Tracy. Bienvenida a mis modestos territorios.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ambos me suenan. Eco de tanto oírme y Narciso de tanto verme, pero nunca los he situado juntos... cada loco con su tema.
ResponderEliminarRelato entretenido que te lleva por pozos y veredas, forzando la imaginación hasta la complacencia.
Besos
Auxi me encantó esta mítica historia, a medida que leía, dibujaba en mi mente la imagen de Narciso, de Eco, de la diosas...Todo un disfrute, de veras.
ResponderEliminarUn abrazo y me alegra tu regreso, aunque desde que "jueveo" nunca te habia leido, ¿tu participación fue mucho antes de mi llegada?
Bonita historia de amor y desamor. Castigo divino a Narciso y a la pobre Ninfa que sólo repetiría las voces de los que pedían el deseo en aquel pozo.
ResponderEliminarUn abrazo
Hoooola de nuevo Auxi.
ResponderEliminarHe andado buscando mi "eco", y anda que no ha llovido. Se trataba de otro JUEVES, tema VOCES del 13/10/2011.
Por si te interesa te adjunto la referencia, lleva musiquilla y todo mi eco:
http://nataliasenmarti.blogspot.com/2011/10/este-jueves-relato-voces.html
Espero verte jueveando y te sigo de cerca, un abrazo.
Hola, San.
ResponderEliminarLa verdad es que en el pasado publiqué un relato 'en la quietud de la noche' propuesta por Moni. Ya hace tiempo de eso, sí. Sin embargo, las musas no me han acompañado últimamente. Eso sí, comencé con la firme ilusión de continuar con mis jueveos y creé una etiqueta con ese motivo {http://llanurasabisales.blogspot.com.es/search/label/jueves%20literarios}
Ahora que me hallo más tranquila parece que las musas vuelve a acudir a mis invocaciones... Espero que se queden conmigo una temporada más larga ;)
Hola, Carmen. Ya ves, el amor y el desamor son las dos caras de la misma moneda... Y hablando de monedas y pozos, era imprescindible que ambas condiciones se encontraran en algún que otro relato ;)
ResponderEliminarUn abrazo para ti también.
Buena referencia mitológica, bien relatada. Mucho gusto Auxi
ResponderEliminarUn relato tan bien inspirado!!! La mitología que lo alimenta, la narración acertada que nos envuelve y nos hace reflexionar en medio de nuestra propia noche...
ResponderEliminarun fuerte abrazo, juverísimo, con mis mejores deseos, para vos Auxi juevera.
Monedas y pozos... Sortilegios contra extraños maleficios... Mitos con alma de mujer... Deseos en el interior de la obscura oquedad. Me encantó. Enhorabuena!
ResponderEliminarHola, LAO. Bienvenido.
ResponderEliminarLos nombres de los dioses y semidioses por si solos ya son un mensaje: Ulises y su regreso al hogar, Psiqué y la confianza del amor, Orfeo y el amor más allá de la muerte, Dafne, Eros, Zeus, Hera... muchas veces la única mención de sus nombres me ayudan a dar profundidad...
Sin embargo, si no recuerdo mal, es la primera vez que uso un mito como excusa para un relato.
Otra experiencia nueva que debo a los jueveros ;)
Hola, Casss.
ResponderEliminarMe gusta la idea de envolveros en la noche con mis palabras. Aterciopelada metáfora. Mil gracias y un abrazo.
Hola, Mari Carmen.
ResponderEliminar¿Verdad que hay un extraño paralelismo entre la oquedad del pozo y el alma humana? Has descrito muy bien ese sentimiento que ha hecho que muchos jueveros hayan exprimido ese paralelismo. La verdad es que está siendo una cita muy reveladora.
Ese mito me ha llenado siempre de indignación. No entiendo como Narciso rechazó a una ninfa. El amor de una ninfa es un deseo para pedir a un pozo de los deseos. Cualquier día iba yo a rechazar a una ninfa.
ResponderEliminarUna historia muy interesante, llena de mitología y una excelente imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me quedo esta noche con las imagenes de tu relato, con la belleza de tus metaforas reflejadas en el agua. Aplaudo tu facilidad para envolvernos con la mitologia.
ResponderEliminarBesos
La semana pasada no supe encontrar como comentarte, pero te leí.
ResponderEliminarEsta semana me has recordado el cuento de Oscar Wilde sobre Narciso, El reflejo ¿lo conoces? El lago se miraba en los ojos de Narciso y se gustaba, por ello lamentó la pérdida de quien se admiraba en él. Lo que es otro giro en esa historia de amores no correspondidos y al egocentrismo de Narciso.
Besos.
Hola, Demiurgo. Pues la verdad es que tienes toda la razón. ¿Cuánta no sería la vanidad de Narciso para rechazar un ninfa que, para más pesar, bebía los vientos por él?
ResponderEliminarGracias, Sindel. Un honor que destaques mi imaginación. Es difícil lucirla cuando te atreves con una historia en la que parece que todo está escrito ya.
ResponderEliminarFíjate en lo que dice Juan Carlos, hasta el colosal Wilde escribió sobre Narciso...
Por cierto, Juan Carlos, reconozco que no, que no conozco el texto. Haré lo posible por encontrarlo y leerlo. Vaya giro y vaya imaginación tenía el gran Oscar: ponerse en el lugar del agua ¡vaya ocurrencia!...
Hola, Rosa. Pues me encanta eso de envolver con palabras; y si es de noche pues tanto mejor. Muchas veces he escrito sobre la noche y la desnudez de las almas a esas horas. Es una agradable sensación saberme leída con nocturnidad. Eso va también por ti, Casss. Gracias a las dos y besos.
ResponderEliminarMe ha encantado tu historia pues aunque me gusta la mitología nunca me aclaro sobre quien es quien.
ResponderEliminarGracias, Charo. La verdad es que abordar la mitología siempre es un reto porque si hay gente que idolatra a Ulises hay quienes su nombre no le dice nada...
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