[ ♬ ] Ahora mismo estoy aquí y nadie lo sabe, a lo sumo aquel vejete que está sentado al otro lado de la explanada (si es que me ha visto) y el operario que acaba de pasar empujando un carrillo de mano lleno de mangueras amarillas. Ahora escribo esto y nadie lo lee; redacto esto en mi libreta de bolsillo y a pluma, a la antigua usanza. Por cierto que nadie sabe tampoco cuánto me cuesta hacer que la condenada estilográfica funcione como Dios manda cada vez que la retomo. Sin embargo, al fin mis palabras circulan a mayor velocidad, pues la tinta ( azul ) ya ha empapado la plumilla y empieza a fluir sedosamente. A mis pies, un palomo con complejo de perro espera su ración de migas de pan; pero pronto se da por vencido; hace bien, pues no venía preparada para tales lances. A una mediana lejanía veo parpadear, en los rincones soleados, el inquieto negror de las moscas, igual que luces negras. Sobre mi hombro izquierdo atisbo el cortejo de las ruidosas palomas; hay un duelo detrás del ...
Textos rescatados de las profundidades oceánicas del alma