[♬] Ahora mismo estoy aquí y nadie lo sabe, a lo sumo aquel vejete que está sentado al otro lado de la explanada (si es que me ha visto) y el operario que acaba de pasar empujando un carrillo de mano lleno de mangueras amarillas. Ahora escribo esto y nadie lo lee; redacto esto en mi libreta de bolsillo y a pluma, a la antigua usanza. Por cierto que nadie sabe tampoco cuánto me cuesta hacer que la condenada estilográfica funcione como Dios manda cada vez que la retomo. Sin embargo, al fin mis palabras circulan a mayor velocidad, pues la tinta (azul) ya ha empapado la plumilla y empieza a fluir sedosamente.
A mis pies, un palomo con complejo de perro espera su ración de migas de pan; pero pronto se da por vencido; hace bien, pues no venía preparada para tales lances. A una mediana lejanía veo parpadear, en los rincones soleados, el inquieto negror de las moscas, igual que luces negras.
Sobre mi hombro izquierdo atisbo el cortejo de las ruidosas palomas; hay un duelo detrás del seto de arrayanes, sobre el camino albarizo, y una dama en el aprieto de elegir entre sus dos gallardos galanes. Y por encima de su gutural serenata, suena el poderoso grito del pavo real, extrañamente humano.
Sin embargo, el sonido más claro de mi paisaje es el de la acuática fuente, acompañado del susurro de los amarillentos pasos de las hojas arrastradas por el omnipresente viento de levante.
A mis pies, un palomo con complejo de perro espera su ración de migas de pan; pero pronto se da por vencido; hace bien, pues no venía preparada para tales lances. A una mediana lejanía veo parpadear, en los rincones soleados, el inquieto negror de las moscas, igual que luces negras.
Sobre mi hombro izquierdo atisbo el cortejo de las ruidosas palomas; hay un duelo detrás del seto de arrayanes, sobre el camino albarizo, y una dama en el aprieto de elegir entre sus dos gallardos galanes. Y por encima de su gutural serenata, suena el poderoso grito del pavo real, extrañamente humano.
Sin embargo, el sonido más claro de mi paisaje es el de la acuática fuente, acompañado del susurro de los amarillentos pasos de las hojas arrastradas por el omnipresente viento de levante.
Jardín,
metropolitana imitación de la atávica naturaleza
y de su ley salvaje.
Paréntesis en el ruido,
en la polución,
en la inercia de la prisa.
Oasis del animal social.
Sobre tu margen plantaría yo mi ventana
para oír siempre tus fuentes y el susurro sordo de tu mecanismo.
metropolitana imitación de la atávica naturaleza
y de su ley salvaje.
Paréntesis en el ruido,
en la polución,
en la inercia de la prisa.
Oasis del animal social.
Sobre tu margen plantaría yo mi ventana
para oír siempre tus fuentes y el susurro sordo de tu mecanismo.
Recupero este texto en honor de Salvochea, gnomo del Parque Genovés. Lo escribí el 25 de mayo de 2005, a las 14:15 horas, sentada en un banco de piedra del parque que hay junto a mi casa.
Cuanta belleza, Auxi, cuanta belleza y cuanto sentimiento hermoso en esto que te leo por
ResponderEliminarvez primera...
Tus letras y la musica van perfectamente acopladas y la
resultante es una maravillosa
armonia para los ojos y el alma.
Gracias Poeta
"º()º"
Auxi minha amiga só agora pude passar a vista pelo seu belo site dedicado à pintura...parece um sonho! Farei uma incursão com mais dedicação e lhe digo minhas impressões na volta!
ResponderEliminarGrande abraço!
Mauro Andriole
ay auxi, Iraklian gogoan zaitugu, que alguno dice por aqui...
ResponderEliminarEs un placer tenerte presente
Gracias, por hacerme volver al jardín de mi infancia.
ResponderEliminarHay veces que miramos y como los ciegos no vemos, así acaba de sucederme.
Entre varias veces a tu jardín y no ví esta hermosa flor, gracias.
Vuelve pronto.
No puedes cerrar los ojos,
ResponderEliminarno puedes vivir dormida,
hay que saber sobreponerse
plantandole cara a la vida.
Mirar la vida de frente
no quejarse inútilmente
porque somos afortunados,
solo viendo como viven
los pobres desheredados
en otros continentes.
Todos pasamos malos momentos, pero hay que luchar, sobre todo con el poder de tu juventud.
Animos y un saludo
Estoy luchando. Lucho sórdamente. Lucho anónimante. Me enfrento a fantasmas cotidianos e indignos de mención. Por eso peleo con esperanza. Por eso peleo con fe. Con la ilusión de superar a todos mis contrincantes, como tantas veces he hecho...
ResponderEliminarAun con todo, tus palabras me animan a retormar este estúpido pulso en el que me inmiscuido yo sola con más fe aún...
Gracias... :-)