Elisabeth destapó el cántaro y se asomó a su interior con avidez. El penetrante olor del vinagre escaló las moléculas de oxígeno, llenándole el olfato y el paladar y elevando las compuertas de las glándulas salivares. Como tenía acostumbrado, hizo girar el líquido del recipiente con el índice, sacando a flote el contenido del fondo, el cual emergió haciendo equilibrismo sobre la fuerza centrífuga. No cabía duda, mientras que esperaba que la doncella sirviese el almuerzo, no había mejor aperitivo que un par de lozanos corazones en escabeche . Palabras: cántaro, equilibrismo, escabeche. Imagen creada con IA ©
Textos rescatados de las profundidades oceánicas del alma